miércoles, 30 de septiembre de 2009

Crónica cicloturista a Sanlúcar de Barrameda. 29-9-2009

A las 7,45 horas del martes 29 de septiembre de 2009, y en toda la plenitud del alba otoñal, alcanzamos la barcaza de Coria, para atravesar su río...con bruma de fondo que convierte lo que toca en una agradable temperatura ambiente, ese olor de agua dulce con ligera mezcla de sal atlántica, esos albures que presentimos cerca y tan solo vemos destripados en esas mesas que parecen quirúrgicas; el lejano tintineo de luces de casas y coches sobre las riberas.
Sobre la barca ya vamos la furgo perezosa, su instrumentista y tres ciclistas con sus monturas...todos ellos dispuestos a pasar un buen día en contacto con la naturaleza... marismas, campos de arroz y algodón, bosques de pinares y “calistros”, arenales, aves acuáticas,...sol, brisa, ligeros vientos y todo ello a pesar de las fundadas amenazas de lluvia que sin duda nos disponíamos a esquivar con determinación, y suerte claro está.
Pronto enfilamos el Guadaira dónde salen a saludarnos, fielmente como cada vez que pasamos y a su particular modo los perros del primer cortijo que encontramos, una vez agrupados la perezosa y los ciclistas para superar los tan poco sutiles saludos perrunos nos encaminamos por inercia con cierta prisa, hacia los campos de arrozales, dónde nos aparecen ya con sus cunetas pintadas de limo y esas acequias que parecen administrar sabiamente el agua que contienen.
Ya alcanzamos el poblado de San Vicente Ferrer, y nos hacemos las fotos al parecer de rigor tradicional, en la bancada de azulejos ya un tanto ajados que parecen esperar ya para su reconstrucción al no menos meritorio nuevo santo de su mismo nombre.
Llegamos a una venta, dónde paramos en sus inmediaciones y que destaca aparte de su falta de nombre, por el fuerte olor a quema de residuos y basuras, lo que nos hace participes de que la naturaleza, incluso las más alejadas sufren también agresiones humanas.
A partir de este punto empieza una parte de crónica deportiva, ya que uno de los ciclistas aprovechando los entretenimientos de esparcimiento normales de una parada, decide fugarse hacía la Venta de la vieja, sin duda por la recompensa a obtener en forma de café y mollete, tras una dura persecución es neutralizado por el pelotón unos cientos de metros antes de ganar esa meta volante.
Una vez repuestos en la venta la vieja, reiniciamos el camino hacia Trebujena con una nueva escapada del mismo actor, al que ya no alcanzó el pelotón hasta que llegamos al mismo límite de la provincia de Cai, dónde ya el color del cielo, el olor del aire y los paisajes de marismas nos hacen circular agrupados hasta el final del recorrido, pasando previamente para reponer líquidos por la venta Garfia, y especialmente por los preciosos pinares de Algaida, a través de un nuevo carril bici.
El recorrido de La Algaida hasta la meta final, que no es otra que las duchas existentes en el paseo marítimo-fluvial de la desembocadura de Sanlucar se hace ya más cansina por la pesadez de piernas, los cortes de calles por obras, y las atronadoras “amotillos” sanluqueñas; pero el premio ya está cerca y el nuevo color del cielo, la brisa marina, el baño en la playa, la cerveza y la manzanilla “pasá” hacen que olvidemos el esfuerzo de los cien kilómetros de pedaleo, y nos permiten en un emotivo brindis con especial recuerdo para los ausentes, el hacer votos por una nueva ruta, que incluya esa vez a todos los amigos componentes del grupo de ciclistas.

Gonzalo Sevilla

2 comentarios:

ANSELMO dijo...

Magnífica sinopsis de la ruta, hecha por el amigo Gonzalo.
Anselmo.

La imagen de mis sentimientos dijo...

Hola,

nunca he hecho una ruta en bicicleta, ni tampoco he ido a Sanlucar por donde fuistéis vosotros. Pero tanto detalle, y tan bonita descripción, me ha generado una necesidad. Visitar Sanlucar en este otoño, y como guía esta narración de ruta ciclista. Bss