lunes, 23 de mayo de 2011

Ruta Sevilla – Sanlúcar de Bda.– Matalascañas – El Rocío – Sevilla

Entre los pasados días 16 y 18 de Mayo una buena parte de los integrantes de nuestro grupo ha efectuado la ruta en cuestión, deseada desde hace largo tiempo.

Primer día – 16 de Mayo

Orígenes variados: Tomares, Bellavista, Sevilla, Palomares
Destino: Sanlúcar de Barrameda
Distancia media: Entre 90 y 100 km.
Asistentes: Paco Palacios, Manolo “Brisca”, Pedro (nuevo fichaje), Damián, Fernando Ruiz, Luis Peña, Enrique Marseguerra, Paco Barral, Pepe López, Gonzalo y un servidor, Anselmo.

Algunos nos citamos en la barcaza de Coria a las 8 de la mañana y la unión de todos la efectuamos a las 8,30 en el puente sobre el río Guadaíra.

Magnífica mañana, cielo con una pátina de nubes que impide una solanera y suave viento de levante que nos ayuda un poco. Continuamos el pedaleo hasta la primera tradicional parada en la cerámica de la colonia San Vicente Ferrer. A los 33 Km. de habernos juntado todos en el Guadaíra, llegamos a la venta de la “vieja” ya en la carretera del “Práctico” donde, como siempre, hacemos un magnífico desayuno a base de tostaditas con aceite y tomate. Continuamos el camino y nos encontramos, 15 Km. después, con que la venta Tarfia está cerrada definitivamente. De improviso, el viento cambia y nos lo encontramos de frente y costado por lo que los 20 ó 25 km hasta la venta de “Las Compuertas” en Trebujena se hacen muy duros. Sorpresa desagradable también cuando llegamos a la mencionada venta que nos la encontramos cerrada, posiblemente por ser Lunes. La cervecita rehidratante debe esperar unos km más. Cruzamos el Pinar de la Algaida y nos reagrupamos todos en la primera venta que encontramos, ya en las Colonias de Bonanza, en la que nos hidratamos generosamente.

Llegamos a Sanlúcar sobre las 14 horas y en las duchas de Bajo Guía nos refrescamos un poco y nos despedimos de Enrique Marseguerra  al que le espera mejor compañía que la nuestra y además no fuerza la rodilla que tanto le vigila su traumatóloga. Tras lo que nos vamos a la Calzada del Ejército y en el Mesón Los Corrales degustamos platos típicos de la tierra y una excepcional manzanilla pasada. No nos olvidamos de brindar por todos los integrantes del grupo que, por una u otra causa, no han podido participar.

Terminada la comida, nos dirigimos al hotel Barrameda, en plena plaza del Cabildo donde, tras dejar las bicis bien preparadas en el parking, nos adecentamos y descansamos un poco. A las 19,30 horas nos citamos en la recepción del hotel y damos un magnífico paseo por la parte alta de Sanlúcar en la que tanto el amigo Paco Palacios como Damian hacen de perfectos cicerones por sus antecedentes Sanluqueños. El Palacio de la duquesa de Medina Sidonia y un palacete de la misma fundación constituyen nuestros destinos turísticos preferentes. En este último lugar, con unas vistas únicas de Sanlúcar y la desembocadura del Río y el Coto de Doñana, hicimos una sentada que adornamos con alguna copia, cafelito o cervecita. La primera de las frases gloriosas de la ruta surgió allí. Uno de los nuestros le preguntó a la camarera si la cerveza era fresquita de frigorífico o fresca natural. ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????????? La camarera puso cara de póker y en lugar de mandar a hacer puñetas a su demandante fue profesional y salió airosamente del trance.
  
Regresados a la plaza del Cabildo, nos fuimos a cenar a Balbino, típico sanluqueño donde los haya. Degustamos las exquisiteces de la tierra y probamos unas magníficas tortillas de camarones que fueron del gusto de Anselmo y del disgusto de la totalidad restante. Heladito y retirada para descansar.

Segundo día – 17 de Mayo

Origen: Sanlúcar de Barrameda
Destino: El Rocío
Distancia: 53 km.

A las 7,30 de la mañana estamos los diez que quedamos desayunando copiosamente en el buffet del hotel. Magníficas y simpatiquísimas todas las chicas de recepción. Volveremos si Dios quiere.

A las 8,30 de la mañana estamos todos montados en la barcaza de Sanlúcar al Coto en la que somos vilmente atracados pues nos hacen pagar 10 euros por persona (haciéndonos un descuento pues el precio son 12 euros). Tengamos en cuenta que cruzar la barcaza de Coria pagamos 90 céntimos (y lo acaban de subir desde 80 céntimos) y en Sanlúcar en la que la distancia de paso es escasamente el doble la diferencia es de más del mil por cien. En fin, la próxima vez lo intentaremos a nado.

Los 30 km que nos separan de Matalascañas son de una belleza inigualable. A la izquierda el mar con sus gaviotas y correlimos, a la derecha las dunas y los milanos. La bajamar era a las 10,18 horas por lo que los acertados cálculos de Justo hacen que disfrutemos de una amplia zona de pedaleo en la arena dura.

Nos paramos con algunos grupos de “coquineros” los cuales nos manifiestan que están en época de vacas gordas ya que cada uno está recogiendo el máximo permitido de 25 kg y se los pagan a 7 u 8 euritos. El año pasado sacaban a duras penas uno o dos kilos por día.

Tras unos 20 km llegamos a la torre Carbonero a la que vistamos Paco Palacios y yo. Magnífico resto vigía de unos 25 metros de altura y muy bien conservada. Se sitúa a unos 200 metros de la costa y observamos abundante huellas de conejos y, suponemos que, de linces.

Los últimos diez kilómetros se nos hacen cada vez más duros ya por el cansancio acumulado y ya porque la arena está cada vez más blanda. Llegamos todos al final al comienzo del paseo marítimo de Matalascañas a las 11,30 de la mañana donde nos reagrupamos. Tras un breve descanso marchamos por el propio paseo hasta “la piedra” y subimos a la parte antigua donde nos paramos para rehidratarnos abundantemente aunque hubo quien aprovechó para dejar sin menudo a toda la población.

Retomamos la ruta para efectuar los últimos 15 km para llegar al Rocío, punto final de la etapa. Último tramo en el que, con el viento en contra, algunos salvajes aprovecharon para ir a 30 km/h y dejar descolgados a la mitad. Llegados a la pensión Cristina, al ladito de la Ermita, nos duchamos y adecentamos y comemos en el propio restaurante. Tras la comida se nos despiden los amigos Pepe López y Damian por tener asuntos que atender al día siguiente a primera hora.
  
Habitaciones bastante elementales de lo que parece haber sido una casa típica de El Rocío con muchos cuartos relativamente pequeños aunque con su baño cada uno. Sin lujos pero decente. Muy buen servicio y personal muy agradable. Descanso posterior y por la tarde una buena andada por el “Paseo Marismeño” y las calles de la Aldea así como la propia Ermita y la capilla votiva donde han puesto todo el tema de velas de ofrenda.
  
Nos sentamos a cenar en una tasca típica junto a la laguna donde el amigo Luis Peña nos deleita a todos con su buen timbre de voz y sus célebres adjetivaciones: “Cabras tornilleras” y “si te muerdes la lengua te van a tener que dar la penicilina en una regaera”. En fin, genio y figura. Nos retiramos a descansar a una hora prudente la mayoría mientras los más osados terminan la noche con una copita.

Tercer día – 18 de Mayo

Origen: El Rocío
Destino: Variados, Tomares, Bormujos, Bellavista, Sevilla, Palomares del Río
Distancia: Entre 55 y 70 km.

A las 7,30 de la mañana estamos todos en el porche de la pensión observando el diluvio universal que a esas horas caía en la Aldea y unos chispazos eléctricos en el cielo que asustaban. En las calles, ni un alma. En cuanto escampa un poco, salimos pitando por la carretera de las Fresas en dirección a Villamanrique de la condesa, lugar previsto para el desayuno que efectuamos en bar frente a la puerta de la Iglesia. Magnífico desayuno tras el que tomamos el camino hacia el Vado del Quema. Como anécdota, referir que en el mismo punto a la salida de Villamanrique, a Paco Palacios y a mi se nos puso el cuentakilómetros a cero de forma sorprendente. Cuestiones de electromagnetismo o de extraterrestres.

En el Vado nos hacemos la tradicional foto y alguno que otro reza plegaria de agradecimiento a la Virgen. Tras cruzar la carretera de Aznalcázar nos dirigimos por el camino del gaseoducto hacia los pinares de Marlo y al cordel de Triana – Villamanrique. Tras el puente del Río Pudio subimos hacia Mairena del Aljarafe para hacer cervecita de despedida en la peña Bética Luis Márquez en la que casi acabamos con los barriles de cerveza. Poco más adelante nos fundimos en un fuerte abrazo y nos despedimos hasta la próxima.

Magnífica ruta, magnífica camaradería y magnífico ambiente. Nos prometemos repetir pero con toda la gente que ha faltado.

Anselmo J. Monge Bello